 
      Foto tomada de: La República
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la suspensión inmediata del acuerdo energético con Trinidad y Tobago, incluyendo los proyectos conjuntos de gas natural, tras acusar “actitudes hostiles” de la primera ministra Kamla Persad-Bissessar hacia el país miembro de la OPEP.
Durante su programa semanal, Maduro señaló que aprobó una “medida cautelar de suspensión inmediata” de todos los efectos del acuerdo energético con Trinidad y Tobago, luego de las recientes declaraciones de Persad-Bissessar, quien afirmó que su país no dependía del gas venezolano.
“Ante la amenaza de convertir a Trinidad en el portaaviones del imperio estadounidense contra Venezuela, he aprobado la medida cautelar de suspensión inmediata de todos los efectos del acuerdo energético”, declaró el mandatario.
Contexto y antecedentes del conflicto energético
A principios de este mes, Trinidad y Tobago recibió una licencia estadounidense que le permitía negociar con Venezuela el emblemático proyecto de gas natural Dragón, desarrollado por Shell y la Compañía Nacional de Gas de Trinidad (NGCTT). Sin embargo, funcionarios venezolanos cuestionaron la autorización, afirmando que su país debía recibir compensación por cualquier suministro de gas.
El proyecto Dragón ha enfrentado múltiples retrasos desde 2019, cuando Estados Unidos impuso sanciones energéticas a Venezuela. Aunque el gobierno anterior de Trinidad había avanzado en la planificación, la administración de Maduro considera que la actual gestión de Persad-Bissessar ha tomado una posición poco cooperativa.
Reacciones regionales y posibles consecuencias
La vicepresidenta ejecutiva y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez, había solicitado la suspensión del acuerdo ante lo que calificó como “actitud hostil” de la primera ministra trinitaria. Mientras tanto, el Gobierno de Trinidad sostiene que continuará con sus planes de crecimiento económico en los sectores energético y no energético, de forma independiente.
La tensión aumentó luego de que un buque de guerra estadounidense atracara en la capital de Trinidad y Tobago, apenas dos días después de que Washington anunciara el despliegue del portaaviones Gerald Ford en Latinoamérica, movimiento que Caracas consideró provocador.
El proyecto de gas Manatee, que cruza la frontera marítima entre Trinidad y Venezuela y es desarrollado por Shell, recibió permiso para operar únicamente en el lado trinitario. Sin embargo, no se ha confirmado si esta nueva medida del Gobierno venezolano afectará su continuidad.
Con esta decisión, Venezuela reconfigura su política energética regional, priorizando la soberanía de sus recursos naturales y marcando distancia frente a la influencia estadounidense en el Caribe.
La suspensión del acuerdo energético entre Venezuela y Trinidad y Tobago representa un nuevo capítulo en las complejas relaciones diplomáticas del Caribe, con implicaciones directas en el suministro de gas y en el equilibrio geopolítico de la región.
