Publicado el 21 de mayo de 2025 | Fuente: La República - Análisis por Frank Pearl

Colombia atraviesa una de las etapas más críticas en términos de seguridad y desarrollo. La violencia, el control territorial de grupos armados ilegales y la pérdida de garantías ciudadanas han convertido la inseguridad en una amenaza nacional. Esta situación impacta no solo a las comunidades, sino también al desarrollo económico, especialmente en sectores vitales como la energía.
Los ataques y bloqueos contra la infraestructura energética han golpeado con fuerza a los sectores de hidrocarburos y gas, afectando empresas, trabajadores y comunidades. Este entorno inseguro compromete directamente la estabilidad energética del país, el empleo y la sostenibilidad fiscal.
Pérdidas millonarias y regiones afectadas
En 2024, Colombia enfrentó entre dos y tres bloqueos diarios a operaciones de petróleo y gas. Departamentos como Meta, Casanare y Arauca fueron los más afectados. Las consecuencias fueron graves: más de 4,1 millones de barriles de petróleo no se produjeron, lo que generó pérdidas por cerca de $160.000 millones en regalías.
Este año, la situación empeora. El oleoducto Caño Limón - Coveñas continúa inhabilitado desde octubre de 2024 debido a ataques, y los bloqueos persisten en campos de Meta y Sucre. Estas acciones impactan la inversión, el empleo y el abastecimiento energético en Colombia.
La Paz Total necesita ajustes urgentes
Desde la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP) se respalda el diálogo y las salidas negociadas al conflicto. Sin embargo, se advierte que la estrategia de “Paz Total” necesita una revisión urgente. Bajo su manto, muchas estructuras criminales se fortalecen y actúan con impunidad.
El Estado debe distinguir entre quienes tienen voluntad real de avanzar hacia la legalidad y quienes no. En este último caso, se exige el ejercicio firme de la autoridad, siempre respetando los derechos humanos.
Colombia necesita más energía, más inversión y más desarrollo. No puede darse el lujo de paralizar su economía por miedo ni permitir que actores armados condicionen el futuro de las regiones. Sin seguridad no hay energía, sin energía no hay progreso, y sin progreso no hay futuro.
¡Soluciones sí hay! Pero deben comenzar por recuperar el control territorial, garantizar el orden público y proteger la infraestructura energética del país.