
Investigadores de Oxford, Durham y Toronto plantean la posibilidad de extraer hidrógeno natural desde la corteza terrestre, como alternativa energética sin emisiones.
El hidrógeno, clave en la transición hacia energías limpias, podría tener una fuente poco explorada: la propia corteza terrestre. Un estudio publicado en Nature Reviews Earth & Environment propone la identificación de reservas naturales de hidrógeno geológico como alternativa no contaminante y de bajo costo.
Actualmente, el hidrógeno se obtiene principalmente de hidrocarburos, lo que contribuye al 2,4% de las emisiones globales de CO₂. Aunque existen métodos más sostenibles, como la electrólisis con energías renovables, estos aún no son económicamente viables a gran escala.
Un potencial energético subterráneo
Según los investigadores, la corteza continental habría generado suficiente hidrógeno para cubrir las necesidades energéticas del planeta por 170.000 años. Aunque gran parte se ha perdido o consumido, el remanente aún representa una gran oportunidad energética.
El reto está en desarrollar un método eficaz para localizar estas reservas. Hasta ahora, la exploración del hidrógeno natural ha sido escasa y dispersa, dejando un conocimiento limitado sobre su volumen y distribución.
Una estrategia científica de prospección
El profesor Jon Gluyas, de la Universidad de Durham, explicó que se pueden usar principios similares a los aplicados en la exploración de helio para buscar hidrógeno. Se trata de identificar rocas, condiciones de presión y temperatura, y mecanismos de migración y acumulación subterránea.
Además, se debe evitar que el gas entre en contacto con microorganismos subterráneos que lo consumen. Esto podría ser crucial para preservar y aprovechar comercialmente los yacimientos.
Escenarios geológicos comunes y potencial global
Lo más sorprendente del estudio es que los componentes necesarios para producir y retener hidrógeno no son exclusivos de formaciones raras, sino que están presentes en muchas zonas comunes de la corteza terrestre.
Conformar un mapa de zonas prometedoras requerirá comprender cómo interactúan las rocas, el agua y la historia tectónica. Esta exploración geológica podría transformar radicalmente el panorama energético mundial.