La eficiencia energética no inicia en cables, sino en datos
Publicado el 21 de octubre de 2025 | Día Mundial del Ahorro de Energía
 
    El ahorro energético del futuro no comenzará en los cables ni en las plantas generadoras, sino en los datos: en la inteligencia que nos permite anticipar patrones de uso, optimizar procesos y evitar el desperdicio.
El pasado martes 21 de octubre se conmemoró el Día Mundial del Ahorro de Energía, una fecha que invita a reflexionar más allá de las campañas tradicionales como “desconecte los equipos que no use”. Hoy, el ahorro energético en el mundo empresarial ya no depende solo de apagar, sino de entender.
Y entender, en el siglo XXI, significa usar la tecnología para transformar la energía en información. Cada kilovatio consumido revela cómo opera una empresa, en qué momento demanda más energía y dónde se esconden sus ineficiencias.
Lo que antes era invisible, hoy puede analizarse, anticiparse y optimizarse gracias a la tecnología. En el pasado, estábamos atados a un servicio que solo entregaba una factura mensual, que debía pagarse sin comprender el porqué de los consumos.
Ahora contamos con tecnología en todos los pasos del proceso energético: desde la digitalización de los medidores —que reemplazaron los antiguos equipos analógicos— hasta la tele-medición, que transmite datos en tiempo real a servidores. Estos datos son procesados mediante machine learning e inteligencia artificial para generar información relevante y accionable.
Además, se integran herramientas en la nube, automatización y plataformas de visualización, como aplicaciones móviles y dashboards web, que permiten a los usuarios tener el control de su consumo energético en todo momento.
El verdadero cambio: tecnología al servicio de la eficiencia
Este es el verdadero cambio hacia la transición energética: devolverle el control al usuario mediante información, tecnología y herramientas que le permitan analizar su consumo, identificar ineficiencias y tomar decisiones que reduzcan su impacto económico y ambiental. Como bien se dice: “El mejor kW es aquel que no se consume.”
La energía ha sido, durante más de un siglo, un activo invisible. En empresas y hogares, la educación sobre su uso eficiente sigue siendo escasa, y las acciones concretas para controlarla o reducirla aún más. Cambiar este hábito no es un gesto menor: es una necesidad urgente.
Asignar responsables de gestión energética en las organizaciones, revisar a diario la información que entregan los comercializadores digitales, tomar decisiones informadas, establecer objetivos medibles y reconocer logros son pasos esenciales para construir una cultura de consumo responsable.
Del consumo a la comprensión: una nueva cultura energética
El Día Mundial del Ahorro de Energía debería ser más que una efeméride simbólica: una invitación colectiva a reflexionar sobre cómo la tecnología puede transformar nuestra relación con la energía. No se trata solo de consumir menos, sino de entender mejor lo que consumimos.
Por todo lo anterior, el ahorro energético del futuro no comenzará en los cables ni en las plantas generadoras, sino en los datos: en la inteligencia que nos permite anticipar patrones de uso, optimizar procesos y evitar el desperdicio antes de que ocurra.
“La energía más limpia sigue siendo la que no se desperdicia, pero hoy tenemos algo aún más poderoso: la capacidad de prever cuándo y cómo no desperdiciarla.”
En ese conocimiento reside el verdadero potencial de la transición energética: una revolución silenciosa que empieza, no en las turbinas, sino en nuestra forma de pensar.
Fuente: La República
