El sistema energético colombiano enfrentaría en 2026 un escenario de contrastes. Mientras el año comenzaría con embalses en niveles favorables y precios relativamente estables, las proyecciones del sector indican que hacia el segundo semestre podrían presentarse incrementos tarifarios de entre 20 % y 40 % frente al cierre de 2025.

De acuerdo con las estimaciones, la demanda de energía eléctrica crecería cerca de un 3 %, manteniendo la tendencia histórica asociada al crecimiento económico del país. Sin embargo, el principal desafío no radica solo en el aumento del consumo, sino en la capacidad del sistema para responder con energía firme (ENFICC).

Proyecciones de la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) indican que entre 2024 y 2038 la demanda podría registrar un crecimiento promedio anual de entre 1,30 % y 3,09 %. Para Juan Pablo Rojas, fundador y CEO de Vértebra Soluciones, estas señales comenzarían a generar alertas desde septiembre de 2026, cuando el margen de maniobra del sistema podría reducirse de forma significativa.

“Aunque 2026 arrancaría con un entorno favorable y ajustes moderados del 4 % al 6 % durante el primer semestre, la segunda mitad del año podría ser altamente volátil”, advierte Rojas. Esta situación limitaría la capacidad del país para responder a eventos climáticos adversos o fallas en la infraestructura.

El riesgo aumenta si la temporada de lluvias resulta menor a la esperada o si persisten los retrasos en proyectos de generación y transmisión. En ese escenario, el sistema tendría que depender en mayor medida de plantas térmicas a gas natural, un combustible que ya enfrenta presiones de oferta y costos crecientes.

Aunque no se prevé un racionamiento de energía en los primeros meses del año, el sector reconoce que la transición energética no avanza al ritmo necesario para garantizar la estabilidad del sistema en 2026. A pesar de los avances, varios proyectos de energías renovables continúan retrasados.

Se espera que para 2026 estén conectados entre 4 y 4,5 gigavatios de capacidad renovable, lo que representaría entre el 12 % y el 14 % de la matriz energética. Sin embargo, este aporte aún sería insuficiente para reducir de manera significativa la dependencia del recurso hídrico.

El factor climático será determinante. Una reducción en las precipitaciones durante el segundo semestre podría generar un aumento casi inmediato en los costos de la energía, con impactos directos en sectores intensivos en consumo eléctrico.

Según Vértebra Soluciones, industrias como la manufactura, agroindustria, centros comerciales, logística y servicios de salud serían las más expuestas. En un escenario crítico, el impacto sectorial podría alcanzar hasta un 15 % en costos operativos.

Frente a este panorama, la anticipación se perfila como la principal estrategia. Para 2026 se proyecta un crecimiento de entre 25 % y 35 % en la adopción de soluciones de eficiencia energética, autogeneración solar, sistemas híbridos y almacenamiento.

A esto se sumaría un mayor uso de herramientas de gestión inteligente del consumo, como telemedida y analítica energética, cuya adopción podría crecer entre 20 % y 30 %. “Las empresas deben actuar antes de que aparezca la inestabilidad de precios”, concluye Rojas, subrayando que 2026 será un año decisivo para el equilibrio energético del país.